EL SABOR DEL SILENCIO
- Lex López
- 25 jun 2018
- 2 Min. de lectura

Vivimos en un mundo que contiene un sinfín de sabores, algunos agradables otros desagradables, es claro que cada ser humano tiene gustos diferentes respecto al sabor de su preferencia, sin embargo, te has preguntado alguna vez ¿a qué sabe el silencio en realidad?
Anhelamos tanto que el mundo nos escuche, pero casi nunca nos detenemos a escuchar, citando a Ernest Hemingway tardamos dos años para aprender a hablar y tardamos toda una vida para aprender a callar. Desde mi perspectiva el silencio es un arte que solo los sabios y entendidos pueden disfrutar y aplicar.
El silencio en ocasiones sabe a dolor en despedidas que pensaste nunca llegarían, en un adiós nunca dicho, en un hola nunca mencionado, sabe a amargura después de sollozar por la pérdida de un ser querido, incluso sabe al dulce néctar del amor que florece cada mañana cuando una madre besa su pequeño antes de poderle despertar, el silencio sabe a impaciencia, rencor o frustración cuando no comprendemos alguna situación, también sabe a verdad, a sabiduría y discreción. Pero lo mágico de esto, es que el silencio es el sabor más fuerte de todos, ya que en cada situación que experimentamos en ocasiones callamos, sin embargo, no en todos los momentos resulta grato un silencio.
Saborear el callar es lo que te permite hacer una pausa para disfrutar de un descanso y guardar distancia entre el ruido de tus pensamientos y hallar paz en tu corazón, en términos generales el silencio nunca está vacío de significado y contenido.

El sabor del silencio es aquel que te permite comprender lo que piensas y lo que has hecho o deberías hacer en determinada situación, obviamente el sabor de ese silencio dependerá de la decisión que tomes antes de hablar.
Aunque el silencio es un elemento decisivo para conseguir una comprensión auténtica, a muchos les resulta difícil callar, pues callar se percibe como un fracaso. Lamentablemente no se nos enseña a apreciar, saborear y aplicar el silencio, ni siquiera se nos enseña a vivirlo o interpretarlo, y esto causa pérdidas cuantiosas de la información que nos brinda nuestro entorno.
Déjame citar lo siguiente “el silencio es un agente comunicador porque comunica estados, pasiones, angustias y alegrías; vivencias intensamente enraizadas en el corazón”. Así que no olvides que el sabor del silencio es un aspecto intrínseco en el ser humano para darse a entender y para poder vivir en paz.
Hablar del sabor del silencio es hablar de nuestra propia experiencia del silencio y encontrarnos con nosotros mismos, al momento de traspasar el umbral del silencio se produce un encuentro, una reafirmación de lo que somos, pero que una vez saboreamos el silencio, no hace falta más.
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